lunes, 14 de diciembre de 2015

El cerebro social del líder.

“El cerebro social consiste en el conjunto de los mecanismos neuronales que orquestan nuestras acciones… la suma de nuestros pensamientos y sentimientos sobre las personas y nuestras relaciones[1]

La neurociencia ha tenido avances extraordinarios que han marcado la diferencia en el estudio de las relaciones humanas, y la diferencia de nuestra especie con otras especies animales, por ejemplo,  Daniel Goleman destaca:
  • La abundancia de células fusiformes, que funcionan más rápidamente que las demás y operan cuando nos vemos obligados a tomar una decisión.
  • La existencia de las llamadas neuronas espejo, que registran el movimiento que otra personas está a punto de hacer y sus sentimientos, lo cual nos predisponen instantáneamente a imitar ese movimiento, como consecuencia: Sentir lo mismo que ellos.
  • Neuroplasticidad, explica el papel que desempeñan las relaciones sociales en la remodelación de nuestro cerebro, es decir que las experiencias constantes determinan diferentes caminos neuronales, forma, tamaño y número de conexiones simpáticas. Goleman habla sobre que sentirnos maltratados y enfadados constantemente, o al contrario emocionalmente cuidados por una persona con la que pasamos mucho tiempo a lo largo de los años, termina moldeando y remodelado los senderos de nuestro cerebro.


Ante los descubrimientos de la neurociencia, se plantea una competencia clave para los líderes en las organizaciones: La inteligencia social.
“La inteligencia social es el capital intangible más importante que el hombre puede tener, ya que representa el valor de todas la relaciones que posee, su capital social”.
Este concepto puede traducirse en el desarrollo de competencias que se desarrollan en torno al sentido de comunidad y de pertenencia, que permiten al líder entender las dinámicas de grupo y la identificación con su entorno.

Un líder socialmente hábil reconoce las energías emocionales hostiles y logra orientarlas de forma positiva.
Daniel Goleman reconoce dos grandes categorías de la inteligencia social:

Conciencia social (lo que sentimos sobre los demás). Relacionado a la conciencia interpersonal, que puede ser desde la capacidad de experimentar el estado interior de otra persona hasta llegar a comprender sus sentimientos y pensamientos.
Aptitudes:
Empatía primordial: Sentir lo que sienten los demás, interpretando asertivamente las señales emocionales no verbales.
Exactitud empática: Comprender pensamientos, sentimientos e intenciones de los demás.
Cognición social: Entender el funcionamiento del mundo social
Aptitud social (lo que hacemos con esa conciencia). Se basa en la conciencia social que posibilita las interaccione sencillas y eficaces
Aptitudes:
Sincronía. Relacionarse fácilmente a un nivel no verbal.
Presentación de uno mismo. Saber presentarnos a los demás.
Influencia. Dar forma adecuada a las interacciones sociales.
Interés por los demás. Interesarse por las necesidades de los demás y actuar en consecuencia. 

 Es imprescindible para un líder el desarrollo de una competencia de inteligencia social para sus relaciones interpersonales y en su papel de integración de grupos. Su punto de partida es permanecer presente y conectado, y desde ahí desplegarse a las facetas que la inteligencia social implica, desde darse cuenta de cómo se sienten los colaboradores y por qué, hasta relacionarse amablemente con ellos con la premisa de gestionar un estado más positivo.
Un líder tiene la responsabilidad de no ignorar las dinámicas afectivas que tienen consecuencias importantes y que alientan el desarrollo de habilidades interpersonales y un mejor desempeño grupal, y de él dependen que las cosas mejoren o empeoren.


Ariana L Vazquez
@arianalvh


[1] Goleman, D. (2006). Inteligencia social: la nueva ciencia de las relaciones humanas. Editorial Kairós.

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