“El cerebro social consiste en el conjunto de los mecanismos neuronales que orquestan nuestras acciones… la suma de nuestros pensamientos y sentimientos sobre las personas y nuestras relaciones[1]”
La neurociencia ha tenido avances extraordinarios que
han marcado la diferencia en el estudio de las relaciones humanas, y la
diferencia de nuestra especie con otras especies animales, por ejemplo, Daniel Goleman destaca:
- La abundancia de células fusiformes, que funcionan más rápidamente que las demás y operan cuando nos vemos obligados a tomar una decisión.
- La existencia de las llamadas neuronas espejo, que registran el movimiento que otra personas está a punto de hacer y sus sentimientos, lo cual nos predisponen instantáneamente a imitar ese movimiento, como consecuencia: Sentir lo mismo que ellos.
- Neuroplasticidad, explica el papel que desempeñan las relaciones sociales en la remodelación de nuestro cerebro, es decir que las experiencias constantes determinan diferentes caminos neuronales, forma, tamaño y número de conexiones simpáticas. Goleman habla sobre que sentirnos maltratados y enfadados constantemente, o al contrario emocionalmente cuidados por una persona con la que pasamos mucho tiempo a lo largo de los años, termina moldeando y remodelado los senderos de nuestro cerebro.
Ante los descubrimientos de la neurociencia, se
plantea una competencia clave para los líderes en las organizaciones: La
inteligencia social.
“La inteligencia social es el capital intangible más
importante que el hombre puede tener, ya que representa el valor de todas la
relaciones que posee, su capital social”.
Este concepto puede traducirse en el desarrollo de
competencias que se desarrollan en torno al sentido de comunidad y de
pertenencia, que permiten al líder entender las dinámicas de grupo y la
identificación con su entorno.
Un líder socialmente hábil reconoce las energías
emocionales hostiles y logra orientarlas de forma positiva.
Daniel Goleman reconoce dos grandes categorías de la
inteligencia social:
Conciencia social (lo que sentimos
sobre los demás). Relacionado a la conciencia interpersonal, que puede ser
desde la capacidad de experimentar el estado interior de otra persona hasta
llegar a comprender sus sentimientos y pensamientos.
Aptitudes:
Empatía primordial: Sentir lo que
sienten los demás, interpretando asertivamente las señales emocionales no
verbales.
Exactitud empática: Comprender
pensamientos, sentimientos e intenciones de los demás.
Cognición social: Entender el
funcionamiento del mundo social
Aptitud social (lo que hacemos con
esa conciencia). Se basa en la conciencia social que posibilita las
interaccione sencillas y eficaces
Aptitudes:
Sincronía. Relacionarse fácilmente a
un nivel no verbal.
Presentación de uno mismo. Saber
presentarnos a los demás.
Influencia. Dar forma adecuada a las
interacciones sociales.
Interés por los demás. Interesarse
por las necesidades de los demás y actuar en consecuencia.
Es imprescindible para un líder el desarrollo de una
competencia de inteligencia social para sus relaciones interpersonales y en su
papel de integración de grupos. Su punto de partida es permanecer presente y
conectado, y desde ahí desplegarse a las facetas que la inteligencia social
implica, desde darse cuenta de cómo se sienten los colaboradores y por qué,
hasta relacionarse amablemente con ellos con la premisa de gestionar un estado
más positivo.
Un líder tiene la responsabilidad de no ignorar las
dinámicas afectivas que tienen consecuencias importantes y que alientan el
desarrollo de habilidades interpersonales y un mejor desempeño grupal, y de él
dependen que las cosas mejoren o empeoren.
Ariana L Vazquez
@arianalvh
[1] Goleman, D. (2006). Inteligencia social: la nueva ciencia de las relaciones humanas.
Editorial Kairós.
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